26/7/08

Gases peligrosos


Cargos de conciencia

¿A dónde van las gasas con sangre, las jeringas usadas y los restos humanos que muchos centros de salud públicos y privados desintegraban en el incinerador de desechos médicos, que funcionó hasta enero en el hospital Domingo Luciani?

En El Llanito ya no huele a plástico quemado ni carne asada. Los vecinos de la zona lograron, por ahora, paralizar esa suerte de estufa que llegó a emanar gases hasta día y noche. Hace seis meses que desaparecieron las denuncias sobre dolores de cabeza y picor en la piel, que tanto achacaron al hospital. Quedó, sin embargo, una duda en el ambiente: ¿cuál es el destino de la basura que sale de los consultorios odontológicos, las clínicas veterinarias y los centros médicos del área metropolitana de Caracas?

Es algo que Teófilo Moros define como un cargo de conciencia. El delegado del Consejo Comunal de Macaracuay celebra que, tras cuatro años de quejas, marchas y recursos de amparo, el Ministerio del Ambiente haya suspendido las actividades del incinerador, pero teme que las alergias y los problemas respiratorios que desde hace cuatro años denunciaban vecinos de Colinas de La California, El Llanito, el barrio Brisas de Petare y su propia urbanización sólo hayan cambiado de sitio.

El profesor de Estudios Ambientales de las universidades Metropolitana y Simón Bolívar Vladimir Valera señala falta de coordinación y vigilancia en estas tareas y advierte que no se trata de un mal trabajo, sino de una serie de problemas estructurales: "Uno va a los hospitales y se pregunta cuál es el presupuesto para adquirir las bolsas de diferentes colores que deben diferenciar todos los tipos de desechos, y resulta que no tienen recursos o personal capacitado para cumplir con requisitos como éste".

En las principales empresas que prestan el servicio de aseo en el área metropolitana de Caracas añaden que muchos de los centros de salud no están separando adecuadamente los desechos hospitalarios. Bajo el anonimato, en una de ellas comentan que algunos de sus empleados se han llegado a cortar las manos con jeringas que fueron mezcladas en bolsas de basura corriente.

El viceministro de Conservación Ambiental, Jesús Alexander Segarra, reconoce que hay clínicas y hospitales que no cumplen con todos los requisitos, pero advierte que se trata de una situación que no los exime de su responsabilidad: "El Ministerio de Salud tiene una norma que tiene que hacer cumplir y los directivos de cada centro de salud son los principales responsables".

Aunque no precisó sus nombres, habló de clínicas que tienen tecnologías mal aprovechadas como los autoclaves, una especie de gran olla de presión que somete plásticos y metales a altas temperaturas sin necesidad de causar gases tóxicos. Afirmó que en lugar de gases tóxicos, esos aparatos generan fluidos que han sido lanzado a las cloacas, lo que contamina las aguas.

Segarra añadió que no permitirán la reactivación de ningún incinerador que no cumpla con los filtros y otros dispositivos necesarios y, en esa onda, el delegado de la Defensoría del Pueblo para el área metropolitana de Caracas, Juan Carlos Castro, advirtió que su despacho monitoreará a dónde van los desechos hospitalarios, así como también el caso del cardiológico y El Llanito.

Horno de droga
Por el incinerador de El Llanito pasó de todo. Moros asegura que los vecinos de la zona fueron testigos de cómo el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas usó la máquina hasta para evaporar droga. Insiste en que vieron camiones que descargaron narcóticos en el hospital y si eso no es suficiente, denuncia que una tecnología destinada a cremar exclusivamente restos patológicos haya sido extendida a otros desechos médicos como los plásticos de las bolsas de plasma o botellas de suero, cuya cremación está prohibida porque puede producir gases cancerígenos como dioxinas y furanos.

Son pocos los que en tiempos de inflación, debates preelectorales o vaivenes con Colombia se preocupan por los desechos que hay en las clínicas y hospitales, pero las dioxinas y furanos son los mismos gases que alarmaron a Argentina cuando el gobierno uruguayo anunció el año pasado la intención de levantar industrias papeleras en la frontera de ambos países.

Aunque no se trata de las mismas dimensiones, aunque los desechos de un hospital están lejos de los de una industria papelera, una alta exposición a estos gases puede acarrear abortos, malformaciones congénitas, problemas endocrinos y cáncer de piel o en distintas partes del organismo como hígado, pulmones y nariz.

En el Ministerio del Ambiente no precisan detalles de la cantidad de gases tóxicos que envuelven a Caracas, tampoco del daño que haya podido producir el incinerador de El Llanito, lo que sí ha quedado claro es que el incinerador de El Llanito no debía seguir operando de esa manera, por lo que el Ministerio del Ambiente ordenó paralizar su actividad el pasado 18 de enero.

"Los incineradores patológicos no disponen de dispositivos de control de emisiones (electrofiltros, depuradores húmedos, etcétera) que garanticen el cumplimiento de la norma ambiental", refiere un informe que la Dirección de Calidad Ambiental del Ministerio del Ambiente publicó el 31 de julio tras una inspección en El Llanito. El documento confirma algunas de las denuncias de los vecinos y añade que en El Llanito hubo irregularidades como "emisiones de gases de color gris" o "pequeñas partículas sólidas", que no tienen por qué acompañar un artefacto de esa naturaleza.

Extracto del artículo Gases peligrosos, publicado en el diario El Universal el domingo 20 de julio de 2008
jpoliszuk@eluniversal.com



Información aportada por Teófilo Moros, miembro del Consejo Comunal.

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